Es una de las cosas que más oigo en mi consulta: “engordo por culpa de la ansiedad”.

Calmar los momentos de ansiedad con la comida es muy habitual. Y, claramente, es un problema cuando se quiere perder peso.

Ponerse a dieta cuando se tiene un problema de ansiedad puede ser como empezar la casa por el tejado. La dieta puede suponer un factor estresante adicional.

Aprender a gestionar esa ansiedad de otra forma es fundamental para que el peso vaya en la dirección adecuada.

Ansiolíticos que funcionan

Para que la dieta funcione, lo primero es que trates de buscar soluciones reales a tu problema de ansiedad.

Eso puede significar diferentes cosas para diferentes personas.

Las cosas que realmente funcionan para disminuir la ansiedad son:

  • Solucionar o evitar la causa que genera la ansiedad. Eso se dice fácil, pero suele ser difícil, si no imposible.
  • Hacer actividad física. Es un relajante y antidepresivo muy potente. Sirve ir a machacarse un poco al gimnasio o salir a andar a ritmo ligero.
  • Practicar técnicas de relajación como yoga, mindfulness o respiraciones. Lo ideal sería aprender a hacerlas con ayuda de un especialista. En su defecto, existen opciones online (vídeos de youtube, apps para el móvil…)
  • Buscar ayuda profesional de un psicólogo o psiquiatra. Los fármacos en casos graves pueden ser necesarios.

Piensa en tu caso cuáles de estas cosas podrías hacer.

No te saltes esta parte. Si pretendes evitar la ansiedad durante la dieta solo con “fuerza de voluntad” te aseguro que tienes el fracaso asegurado.

Gestión del entorno

El siguiente paso para controlar la ansiedad es tener tu entorno bajo control. La mejor manera de evitar tentaciones es tenerlas lejos. Como habitualmente se dice: “ojos que no ven corazón que no siente”.

Se aconseja no tener nunca en casa alimentos que sean muy tentadores y poco compatibles con seguir la dieta:

  • No compres galletas, bollos, chocolates, caramelos o helados si eres golosa.
  • No compres patatas fritas, chorizo, una tabla de quesos o un jamón si eres de saladito.

No te engañes a ti misma pensando que estas cosas las compras “sólo por si viene alguien a casa”, o “es para mis hijos, ellos no están a dieta”. En el fondo, esos pensamientos no son más que excusas.

La verdad es que este tipo de alimentos no necesitan estar en una casa de alguien que come de forma saludable.

Eso no significa que no puedas comer nunca cosas ricas. Pero puedes dejar el helado para tomarlo el domingo dando un paseo, o las patatas fritas para tomar un puñado el sábado tomando algo en una terraza. Así es más fácil controlar cuánto comes.

Pasos para controlar las tentaciones

Una vez que estás trabajando en gestionar tu ansiedad y has creado un ambiente favorable en casa para seguir la dieta, entonces puedes tratar de aplicar estos pasos para intentar controlarte cuanto tengas un arrebato.

Es importante que los pasos los sigas en este orden:

  • 1) Confrontación

Lo primero es siempre intentar evitar la tentación. Es importante aprender a decirse a uno mismo NO. La voluntad es un músculo que se puede entrenar, por eso, cuantas más veces te resistas a la tentación más fácil te será resistir la próxima vez.

Intenta pensar en otra cosa. Ponte a hacer algo que te mantenga ocupada: leer, ver una serie, pintarse las uñas, llamar a alguien por teléfono, salir a dar un paseo, fregar los platos, lavarse los dientes…

  • 2) Regla de los 5 minutos

Si la confrontación no funciona en tu cabeza estarán el angelito y el diablo discutiendo: _“¡Cómetelo!”, _“¡No te lo comas!”, _“¡Qué te lo comas!”, _“¡Qué no te lo comas!”…

En este momento te puedes intentar calmar dándote permiso para comerte lo que te apetezca, pero no en ese mismo momento, mira el reloj y oblígate a esperar 5 minutos antes de comértelo.

Algunas veces, al pasar los 5 minutos se te habrá pasado la ansiedad y podrás evitar comer cosas inadecuadas.

Si los 5 minutos han pasado fácil, puedes darte otros 5 minutos más… a lo mejor al cabo de un rato se te olvida la tentación.

  • 3) Beber algo sin calorías

A veces, solo con beber un vaso de agua se te puede olvidar que querías comer algo.

También puedes tomar una infusión calentita en invierno o un refresco sin azúcar bien frío en verano.

  • 4) Comer algo poco calórico

Si a pesar de todos los pasos anteriores aún sientes la tentación persiguiéndote, prueba a comer un sustituto menos calórico.

  • Si te apetece dulce: Come fruta, un yogur desnatado, una gelatina o unas cucharadas de mermelada light.
  • Si te apetece salado: Come un pepino con sal, una rama de apio, pepinillos, cebollitas o berenjenas en vinagre.

Caer en la tentación

Por último, si después de probar a seguir todos estos pasos finalmente acabas cayendo en la tentación, sé indulgente contigo misma. Lo has luchado. No te tortures con remordimientos. Piensa que la próxima vez que estés en esta situación lo vas a volver a intentar, ¡y seguro que entonces consigues evitarlo!

También te aconsejo que después del exceso no tengas conductas compensatorias (matarte en el gimnasio, no comer al día siguiente…). Trata de seguir con tu plan de dieta y ejercicio sin castigarte.

¡Anímate a coger cita conmigo y tratamos de buscar soluciones para tí!